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sábado, 2 de noviembre de 2013

El Círculo Ventrílocuos Argentinos CIVEAR, ya próximo a cumplir quince años de existencia, no detiene su marcha. Desde los comienzos, con dificultades, con pequeños logros, una vez que se encaminó, al dejar de "gatear" como un bebé,  y comenzar a caminar, paradójicamente dejó de subir por la escalera para ascender por un ascensor sin detenerse en ningún piso. Queremos decir que como todo comienzo es duro, pero el esfuerzo, la voluntad y el cariño de los integrantes lograron y siguen logrando maravillas que tal vez no tengan un rédito material pero mucho más importante que eso, sí, logros en materia cultural y en lo que hace a las relaciones con artistas de otras partes del mundo, concretando el anhelo que motivó su creación, reivindicar el arte en nuestro país, promoverlo, y darle contundencia.

Todo ello fue apreciado por muchos artistas argentino, y lo mágico, agradable e invalorable, haber sido aceptados y requeridos por artistas de otras partes del mundo, demostrando que el arte no tiene fronteras y que los verdaderos artistas viven alejados de la vanidad, los celos, la envidia y que eso confirma el concepto que la humildad es propia de los grandes. En nuestro caso conocimos al que nos inspiró para esta existencia, Ricardo Gamero, Mr. Chasman, él era así, sencillo, humilde pero finalmente un grande como artista y como persona.

Nuestra trayectoria, el trabajo de todos nos llevó a imponer al CIVEAR en un marco de conocimiento internacional, muchos conocen su existencia, se comunican, comparten, suceden cosas increíbles, como en este caso, una historia que dejará registrado el antecedente de lo que se puede lograr, de los valores que se pueden llegar a rescatar cuando una conducta es normal, se basa en el trabajo, el amor y el aprecio por la vida y los seres humanos que transitan por ella.

Nancy Pallavercich, hija del fallecido gran ventrílocuo argentino, que brillara por toda América, gozando la admiración de su gran público, el Profesor DILMER, don Emilio DILMER Pallavercich, tenía sus muñecos Gregorio y Venancio, que si bien no fueron demasiado conocidos en nuestro país, al menos dejaron en el pueblo su latiguillo de "Tranquilo Venancio", dicho hacia el muñeco homónimo cuando éste se alteraba por cuestiones futboleras. Cuando falleció, no le avisaron a su hija, se enteró varios meses después, y de la misma forma alguien le ocultó el destino de los muñecos diciéndole que éstos habían sido incinerados.

Pasaron los años, la inquietud y la investigación de nuestro querido colega Daniel Riera, Paco y Oliverio, lograron encontrar a Nancy. El CIVEAR le otorgó una distinción por la memoria a su padre, compartió nuestras reuniones, y de pronto, el espíritu de DILMER parece haber guiado la situación hacia un final feliz en una historia que no lo era tanto. Apareció en escena un hombre increíble, talentoso ventrílocuo, productor y director de televisión de Puerto Rico, pero que todo eso no alcanza a sobre pasar su asombrosa calidad humana, un ser increíble, despojado de apetencias y ambiciones personales desmedidas, vanidad, soberbia o engreimiento, generoso como pocos, un amante del arte y de Dios, que al hacernos conocer que tenía en su poder a los muñecos Gregorio y Venancio, mas nuestro ruego que en lugar de donarlos a un museo se los comprábamos para que volviesen a manos de la amada hija de DILMER, ni lo dudó, aceptó de inmediato, NO aceptó dinero por ninguna de sus gestiones, viajó a Buenos Aires, se alojó en casa de sus amigos en nuestro país, solo aceptó las invitaciones a nuestros hogares, pero en ningún momento demostró otra actitud que no fuera su forma cuasi inocente de ser, hablar, con un respeto hacia las personas digno de resaltar, algo así como un niño grande, que desecha el egoísmo, la maldad, el egoísmo, un ser del cual todos nos sentimos honrados por aceptarnos como amigos, y orgullosos que sea un colega, un hombre grande que juega con muñecos, un Ventrilocuo.

Gracias Carlos MALDONADO, gracias por existir y por permitirnos tu amistad, hoy el CIVEAR te da la bienvenida y aprieta tu mano para no soltarla más, gracias amigo, hermano latinoamericano.
Señor Carlos Maldonado, Señor en la vida  en el arte